(Spanish version below)
The Global Innovation Gathering (GIG), through the Make-a-thek Community Call series supported by the EU Horizon framework, has been exploring how making culture can be embedded in libraries through fashion and extended into global contexts. The latest session focused on Latin America, highlighting sustainable practices at the intersection of digital fabrication, biomaterials, and ancestral knowledge. This fourth community call concentrated on sustainable approaches and traditional practices at the intersection of fashion, making, and sustainability. The call served as a learning library, providing space for meeting exciting people and sharing practices.
This event’s core subject explored how fabrication via digital means connects with the utilisation of biomaterials and the application of ancestral techniques to design and craftsmanship. This dialogue aimed to explore collaboration and production methods, integrating contemporary tools with traditional knowledge systems.
Ta Corrales, speaking from Costa Rica, represents the Oaxacan Centre for Innovation (Oaxín). Oaxín started its operations in 2019, collaborating with neighbouring communities. The work focuses on innovation, technology, and fabrication through digital means, particularly with textile artisans in Oaxaca, Mexico. Historically, Oaxaca has been home to people dedicated to craftwork, both for income generation and the preservation of culture.
Oaxín’s work involves reflecting on the utility of technology, moving beyond mere production tools to consider the entire system. The organisation categorises work by purpose: technologies for new businesses, for productivity, for common action, and for new ideas. An early project supported textile artisans in Yosoyus Copala with an improved warping table design. This technology offered ergonomic improvement, facilitating the warping process and increasing the speed of the action.
“Innovation is not about replacing traditions, but weaving them into contemporary contexts.”
Anna Trujillo presented work through the lens of humanitarian engineering. Her discipline attempts to demonstrate how social systems and technical systems function in conjunction, not in isolation. The approach maintains that human action determines technology, rejecting the notion that technology determines itself. Technologies brought from external contexts often fail—becoming white elephants—when introduced without a thorough understanding of the social and cultural environment.
She presented a case study involving Don Felipe, an artisan extracting fibre from the maguey plant (ixtle) in Oaxaca. This plant material is used to produce mezcal, but its leaves are also utilised for craftwork. The extraction process utilised a tool developed by Don Felipe, but the process of extraction, washing, and preparation required approximately one month. This slowness represented a constraint on production and order fulfilment.
The co-developed solution involved the co-creation of a defibrillation machine called Cháurata. The team used regional materials, transforming a corn sheller machine into a fibre extraction device. Success is measured by community acceptance and motivation for further improvement of the device. This outcome shows respect for cultural systems and the value of collaborative development.
“Successful technologies are those co-created with communities, not delivered to them.”
Walter González Arnao, a professor in Peru, co-founded FabCraft, a Fab Lab connecting traditional craftwork with digital fabrication tools. His team focuses on the precarious conditions of artisans in Amazonian areas, exploring new applications for traditional textiles, such as adapting roof coverings into formats like bags.
The work involves the use of biomaterials, which requires laboratory investigation. Characterisation determines resistance, chemical content (including sulfur, nitrogen, and carbon), and overall suitability for applications such as footwear or bags. The team conducts capacity-building workshops and implements prototypes made via laser cutting to introduce digital tools to young people.
A discussion point involved strategies for integrating fabrication via digital means without disturbing the production logic of traditional communities. Experts agreed that the role requires facilitation, which necessitates long-term relationships and the construction of trust. The process demands respect, putting the artisan in the leadership position for decision-making. Technology modification can alter the nature of the product; adding a motor means mezcal cannot maintain the “ancestral” concept.
“What is at stake is not only cultural heritage, but the power to decide who controls it.”
The challenge of intellectual property protection emerged as a debate point. One participant suggested IP protection must consider “communalidad” (community organisation), ensuring ownership remains collective, not individual, avoiding potential conflict within the group. The experts also noted the global issue of biopiracy, where large companies patent the active principles of ancestral plants (such as Ayahuasca and Huito), turning protection tools into systems of systematic theft from vulnerable communities.
The panellists concluded with affirmations of the value of this dialogue space. Collaboration demands recognition of shared values and a commitment to action. The work requires dedication, building networks, and sharing ideas to continue ethical technical development.
Spanish Version
Tejiendo Futuros: Fabricación Digital, Biomateriales y Conocimiento Tradicional en América Latina
El Global Innovation Gathering (GIG), a través de la serie de llamadas comunitarias para el proyecto make-a-thek, con el apoyo del programa Horizon de la Unión Europea, ha explorado cómo la cultura maker puede integrarse en bibliotecas a través de la moda y extenderse hacia contextos globales. La sesión más reciente se centró en América Latina para destacar prácticas sostenibles en la intersección de la fabricación digital, los biomateriales y el conocimiento ancestral. Esta cuarta llamada comunitaria se enfocó en sostenibilidad y prácticas tradicionales en la intersección entre moda, fabricación y sostenibilidad. La llamada funcionó como una biblioteca de aprendizaje, brindando un espacio para conocer personas inspiradoras y compartir prácticas.
El tema central de este evento exploró cómo la fabricación mediante medios digitales se conecta con el uso de biomateriales y la aplicación de técnicas ancestrales al diseño y la artesanía. Este diálogo buscó métodos de colaboración y producción, integrando herramientas contemporáneas con sistemas de conocimiento tradicionales.
Ta Corrales, desde Costa Rica, representa al Centro Oaxaqueño de Innovación (Oaxín). Oaxín inició sus operaciones en 2019, colaborando con comunidades vecinas. El trabajo se centra en la innovación, la tecnología y la fabricación digital, especialmente con artesanos textiles en Oaxaca, México. Históricamente, Oaxaca ha sido hogar de personas dedicadas a la artesanía tanto para generar ingresos como para preservar la cultura.
El trabajo de Oaxín implica reflexionar sobre la utilidad de la tecnología, yendo más allá de las herramientas de producción para considerar el sistema completo. La organización clasifica su trabajo según su propósito: tecnologías para nuevos negocios, para la productividad, para la acción común y para nuevas ideas. Un proyecto inicial apoyó a artesanas textiles en Yosoyus Copala con un diseño mejorado de mesa de urdido. Esta tecnología ofreció mejoras ergonómicas, facilitando el proceso de urdido y aumentando la velocidad de la acción.
“La innovación no se trata de reemplazar tradiciones, sino de entretejerlas en contextos contemporáneos.”
Ana Trujillo presentó su trabajo a través de la lente de la ingeniería humanitaria. Su disciplina busca demostrar cómo los sistemas sociales y técnicos funcionan en conjunto, no en aislamiento. El enfoque sostiene que la acción humana determina la tecnología, rechazando la noción de que la tecnología se determina a sí misma. Las tecnologías introducidas desde contextos externos a menudo fracasan y se convierten en “elefantes blancos” cuando se implementan sin un entendimiento profundo del entorno social y cultural.
Ella presentó un estudio de caso que involucró a don Felipe, un artesano que extrae fibra de la planta de maguey (ixtle) en Oaxaca. Este material se utiliza para producir mezcal, pero sus hojas también se emplean en la artesanía. El proceso de extracción usaba una herramienta desarrollada por don Felipe, pero la extracción, el lavado y la preparación requerían aproximadamente un mes. Esta lentitud representaba una limitante para la producción y el cumplimiento de pedidos.
La solución cocreada consistió en el desarrollo de una máquina desfibradora llamada Cháurata. El equipo utilizó materiales regionales, transformando una máquina desgranadora de maíz en un dispositivo para extraer fibras. El éxito se midió en función de la aceptación comunitaria y la motivación para seguir mejorando el dispositivo. Este resultado muestra respeto por los sistemas culturales y el valor del desarrollo colaborativo.
“Las tecnologías exitosas son aquellas co-creadas con las comunidades, no las que se entregan desde fuera.”
Walter González Arnao, profesor en Perú, cofundó FabCraft, un Fab Lab que conecta la artesanía tradicional con herramientas de fabricación digital. Su equipo se enfoca en las condiciones precarias de artesanos en zonas amazónicas, explorando nuevas aplicaciones para los textiles tradicionales, como la adaptación de cubiertas de techo en formatos como bolsos.
El trabajo incluye el uso de biomateriales, lo que requiere investigación de laboratorio. La caracterización determina resistencia, contenido químico (incluyendo azufre, nitrógeno y carbono) y la idoneidad general para aplicaciones como calzado o bolsos. El equipo organiza talleres de capacitación e implementa prototipos realizados con corte láser para introducir herramientas digitales a los jóvenes.
Un punto de discusión fue la estrategia para integrar la fabricación digital sin alterar la lógica productiva de las comunidades tradicionales. Los expertos coincidieron en que el rol debe ser de facilitación, lo que requiere relaciones a largo plazo y la construcción de confianza. El proceso exige respeto, colocando al artesano en la posición de liderazgo en la toma de decisiones. La modificación tecnológica puede alterar la naturaleza del producto; por ejemplo, añadir un motor significa que el mezcal ya no puede mantener el concepto de “ancestral”.
“Lo que está en juego no es solo el patrimonio cultural, sino el poder de decidir quién lo controla.”
El desafío de la protección de la propiedad intelectual surgió como un punto de discusión. Un participante sugirió que la protección debe considerar la “comunalidad” (organización comunitaria), asegurando que la propiedad permanezca colectiva y no individual, evitando posibles conflictos dentro del grupo. Los expertos también señalaron el problema global de la biopiratería, donde grandes empresas patentan principios activos de plantas ancestrales (como la ayahuasca o el huito), transformando herramientas de protección en sistemas de robo sistemático a comunidades vulnerables.
Los panelistas concluyeron con afirmaciones sobre el valor de este espacio de diálogo: que la colaboración exige el reconocimiento de valores compartidos y un compromiso con la acción, y que el trabajo requiere dedicación, construcción de redes e intercambio de ideas para continuar con el desarrollo técnico-ético.
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